El regulador de Reino Unido no solo ha prohibido la compra de Activision: también veta a Microsoft a invertir en la empresa

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Cuando Microsoft anunció en enero del año pasado que compraría Activision Blizzard por 68.700 millones de dólares sabía que no sería un trato sencillo. La industria de los videojuegos estaba cerca de protagonizar la mayor operación de adquisición de su historia. Y claro, un movimiento de esta magnitud debía cumplir un requisito esencial antes de materializarse: recibir el visto bueno de más de una decena de reguladores.

El camino hacia la concreción definitiva del acuerdo se convirtió en un auténtico culebrón con una serie de protagonistas bien definidos: Sony, la Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos, la Comisión Europea (CE) y la Autoridad de los Mercados y la Competencia de Reino Unido (CMA). El primero, como se podría deducir, se posicionó claramente en contra de la operación desde un primer momento, y el último decidió que era preciso bloquearla.

La CMA extiende sus tentáculos

Después de un largo proceso de varias instancias del que participaron los actores involucrados en la compra, la CMA adoptó una postura decidida: la compra de Activision Blizzard daría a Microsoft una ventaja competitiva decisiva en el ámbito del juego en la nube, por lo que se determinó la prohibición de la misma. Aquella decisión no fue bien recibida en la compañía de Redmond, que salió a defenderse inmediatamente.

Al momento del anuncio de la CMA, publicado el pasado 26 de abril, todavía estaban pendientes las resoluciones finales de la FTC y de la Comisión Europea, por lo que el regulador británico fue incluso más allá. Si bien su ámbito de acción está limitado al territorio donde tiene competencia, declaró: “Activision está entrelazada a través de diferentes mercados, no se puede separar para el Reino Unido. Por lo tanto, esta decisión impide que el trato suceda a nivel mundial”.

Esta semana, no obstante, surgieron con fuerza rumores de que la Comisión Europea acabaría aprobando la operación. Según varias fuentes consultadas por Reuters, la promesa de Microsoft de llevar ‘Call of Duty’, uno de los juegos estrella de Activision, a plataformas como Nintendo, NVIDIA GeForce Now, entre otros, jugó un papel decisivo para consignar la aprobación del acuerdo multimillonario. Ahora bien, por estos días la CMA volvió a aparecer en escena con una nueva medida.

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La autoridad de la competencia de Reino Unido emitió una orden temporal en la que prohíbe que cualquiera de las firmas involucradas en la operación en cuestión pueda adquirir participación de otra e incluso hacer inversiones. Desde el punto de vista económico, no solo las personas pueden comprar acciones. Las compañías también pueden hacerlo, de hecho, es muy común el papel de los “Holdings”, que precisamente tienen participación y ejercen cierto control de compañías por su posesión de acciones.

Producto de esta última medida, hasta la declaración final del grupo de miembros de la CMA, si Microsoft, Activision Blizzard o algunas de sus subsidiarias quieren obtener participación una de la de la otra deberán obtener un “consentimiento por escrito” emitido por el regulador británico. En otras palabras, además de los requisitos convencionales para estos movimientos de mercado, las compañías deberían someterse a esta nueva exigencia de la CMA y aguardar su aprobación.

Se espera que la Comisión Europea se pronuncie el próximo 22 de mayo y que la Comisión Federal de Comercio lo haga más adelante este año. Cabe señalar que el acuerdo inicial entre Microsoft y Activision Blizzard tiene una fecha límite. La operación debe concretarse definitivamente antes del 18 de julio de 2023. Los de Redmond no se han dado por vencidos con el regulador británico, y han decidido apelar el fallo.

Aunque existe la posibilidad de negociar una extensión de la fecha límite, Microsoft necesita que el culebrón termine cuanto antes. Si su estrategia fracasa, no solo recibirá un importante golpe de cara a sus objetivos futuros para el negocio de los videojuegos, sino que deberá pagar alrededor de 3.000 millones de dólares a Activision Blizzard por incumplimiento, señala The Verge. En los próximos meses conoceremos el desenlace final de esta historia.

Imágenes: Sigmund | Microsoft | Activision

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